The Vulture's Nest: 2006-05-14

sábado, mayo 20, 2006

Quiere todo lo que quieras



Segunda Parte (2/2)


Despertó empapado en un cuarto oscuro y húmedo, su mandíbula estaba hinchada y le dolía. Al moverse se dio cuenta que estaba encadenado.

Se abrió una puerta y una luz cegadora le enfocó los ojos.

-Buenos días señor Mills- dijo una voz desde atrás de la luz – Le extrañará el motivo del porqué lo tenemos cautivo acá. Pues no tardará mucho en saberlo. Sólo queremos conversar un poco con usted, eso es todo. Mientras sea amable y coopere todos estaremos felices.

Trató de hablar pero tenía una mordaza en su boca, al ver sus esfuerzos para emitir palabras unas manos se la sacaron.

-Que quieren saber de mí, no soy más que un hombre común y corriente-

-Claro que es usted un hombre común y corriente, pero la información que posee no lo es. Usted sabe mucho señor, talvez desconozca el potencial de sus conocimientos. Nuestro planeta está en jaque, y usted lo sabe. Sí, sabemos mucho, tenemos buenos informantes dentro del gobierno- replicó la voz.

-La Tierra siempre ha estado en jaque, desde sus inicios, cometas enormes han pasado a pocos kilómetros de impactarnos y aniquilar cualquier vida en el planeta. Eso no está en discusión-

-No se haga el estúpido señor Mills, que no lo es. Sabemos que planean un ataque nuclear masivo contra la resistencia, lo que no sabemos es cuando. Debemos sabotearlo. Millones morirán y la vida nunca volverá a ser la misma, miles de especies quedarán extintas para siempre-

-No todas. Hace un par de años que la opción de un ataque nuclear se barajaba dentro de nuestras carpetas, por lo que convocamos un comité de biólogos para que realizaran un muestrario universal de ADN animal y vegetal para poder clonar dichas especies en caso de un cataclismo nuclear- dijo Stuart, y escupió sangre luego de terminar.

-Astuto plan de su parte. Pero ese no es el punto. Stuart, sabemos donde se encuentra tu familia, no quisimos traerlos acá, sabíamos que tú hablarías con nosotros, eres astuto Stuart, no hagas que sometamos a tu familia a tal estrés- un tono malévolo se había apoderado de la voz misteriosa.

Stuart no estaba nervioso, lo habían sedado, le habían advertido que esto podía pasar en casos como este.

-Está bien, sean precisos, les diré todo lo que sé-

El hombre rió. –Muy bien. Necesitamos saber cuando se efectuará este ataque y donde se encuentran los silos lanza misiles-

-Será mañana, alrededor de las 10 PM. Hay un plano, pero no lo tengo aquí, eso no está a mí alcance, lo poseen los militares-

-¿Dentro de un día? Ustedes están locos, nos queda muy poco tiempo para reaccionar.

-Así sería más eficaz. Cualquier fuga de información tendría el factor tiempo en contra, y al ver su reacción, parece que nuestras medidas surtieron efecto. Ahora dígame quién es usted, yo ya le he dicho lo que quería saber. Es mi turno de saber-

El foco se apartó de su cara y pudo ver, medio a ciegas, un rostro. Era de un miembro de un grupo insurreccionista, habían cometido atentados en el pasado y asesinado miembros del gobierno. Ellos se atribuyeron el ocultado asesinato del presidente. Tenía una AK-47 en su mano y dos hombres a su lado le apuntaban con las mismas armas.

-Mi nombre es Connor. Eso es todo lo que necesitará saber. Ahora usted es parte de nuestra misión. Usted sabe nuestro propósito, usted será el último que nos vea con vida si es que sacrificamos nuestras vidas, a lo mejor en vano. Pero no nos importa. Ahora le soltaremos, hemos hecho esto por un motivo, y es que usted entienda el riesgo que corre la especie humana, al igual que toda vida en la Tierra. Ahora usted será nuestro miembro en el gobierno, usted ya no será el mismo, usted ya no lo es.-

En ese instante se acercó otro hombre y drogó a Stuart con una potente dosis de Narcozim. Luego lo vendaron y quedó inconsciente.

Despertó frente a su casa, dentro de una bolsa de basura. Miró su reloj y ya era el otro día, estaba atardeciendo. Los botones se empezarían a apretar luego.

Entro a su casa en un estado deplorable, la cabeza le dolía producto de la sobredosis inducida de Narcozim. Bajo al sótano y cerró la escotilla. Estaba sólo con pantalones. Tiritando gateo por los totalmente oscuros pasillos hasta encontrar la sala común. No escuchaba nada, no veía nada. Sólo las linternas abandonadas en el medio de la sala. De pronto escucho unos gemidos, pescó una linterna y fue a investigar. Encontró a Philip llorando en un rincón, tiritando.

-¿Philip, qué te pasa, donde están todos?-

-No fue mi culpa, lo juro- dijo Philip mientras miraba la pared.

-¿Culpa de que Philip, que pasó?-

-Se querían ir, todos. Tenían miedo al igual que yo. Pero no, no los dejé, me cegué, sí, me cegué. Tuve que hacerlo “Stu”, tuve que hacerlo-

-¡Por la mierda Philip dime que has hecho!-

-¡Tuve que matarlas “Stu”, maté a tus hijas y a tu esposa, luego maté a mi familia y a Carol y a Anne y a sus hijas, me gritaban “Stu” me volvieron loco. Aquí encerrado, con este aire, con cuatro paredes, son sólo esas putas luces de neón!-

Stuart se volvió loco, su sangre hirvió. Pesco la cabeza de Philip y la azotó contra la pared mientras emitía gemidos agonizantes. Sonaba como se rompía su cráneo y hacía eco en toda la sala. El sonido amplificado era atroz, pero le daba más vida a los ataques de Stuart. Cuando vio que los sesos yacían regados por varios metros a la redonda Stuart se calmó un poco. No estaba triste, no estaba inquieto. Pensó bien y llegó a la conclusión de que había matado a Philip por el hecho de que él las había matado, cosa que no le correspondía. Se hecho ahí, a pensar, y se quedó dormido.

En su sueño veía a una mujer, y él la amaba, era su fantasía, su todo. Eran felices ambos, enamorados de pies a cabeza, hasta que un auto la atropellaba y moría. Stuart lloraba en el sueño, en una plaza, y se le acercó una mujer a consolarlo. En medio de su pena Stuart se enamoró de nuevo y aquella mujer también lo hizo. Fueron felices durante un tiempo hasta que mientras dormían un ladrón mató y violó a su esposa en el sueño, y esto se repetía muchas veces.

Stuart se despertó inquieto, sin saber porqué. Miró su reloj y eran las 11 PM, el ataque ya había empezado hace más de una hora. Talvez la mitad del planeta estaba en ruinas, talvez no. Talvez bombas se dirigían hacía allí.

Se sintió retumbar toda la tierra, todo el lugar crujió. Sabía lo que ocurría. Cogió una lámpara y corrió hasta la escotilla que daba a su casa. Estaba atascada. Chequeó los ductos de ventilación y estaban bloqueados. Le quedaba aire sólo para unas horas.

Revisó en los bolsillos de Philip y encontró Narcozim. Lo tomó y cayó en un estado de sopor.

Comenzó a sentir que le faltaba el aire, pensó que todo debía ser un sueño. Que talvez toda la vida era una máscara, que talvez alguien lo despertaría ahora y le diría que todo fue una pesadilla. Pero nada de eso ocurriría, y él lo sabía. Su encuentro con la muerte era inminente. El momento que está predestinado cada ser humano desde antes de ser concebido como embrión. Nuestra condición de seres mortales es lo que nos hace débiles, frágiles. Es por eso que debemos destruir y matar a otros para sentirnos poderosos. Que sentido tendrían las guerras y las armas si fuésemos inmortales. Pero las manecillas del reloj siguen dando vueltas, y no se pueden detener. Al pensar esto Stuart lloraba, pero no de tristeza, sino de impotencia, impotencia de saber lo que estaba pasando afuera, algo que él había hecho que pasara, incluso él había dado la idea. Empezó a perder la cordura, rasguñaba las paredes. Sus uñas se rompieron y sus dedos sangraban a borbotones. Llegó hasta el hueso. Nada le importaba, moriría. El mismo sitio que estaba diseñado para salvarle la vida irónicamente se la estaba quitando.

Ahogado y mareado Stuart recordó lo que aquella voz le había dicho en el mismo lugar “no quieras lo que quieras”. Y pensó para sí “quiere todo lo que quieras pero quiere en vano”. Sólo cuando estés seguro de que no quieres lo que quieres, podrás vivir tranquilo, aunque esto sea imposible.

Dicho y pensado esto, su cuerpo inerte cayó al piso. Inexplicablemente, unas ratas aparecieron de la nada y empezaron a devorar su cuerpo.

miércoles, mayo 17, 2006

Quiere todo lo que quieras.


Primera Parte (1/2)


Miró por la ventana y vio una luminiscencia impresionante que lo cegó por un momento. Al pasar de unos segundos, con sus ojos aún adoloridos por la luz, pudo ver un hongo atómico alzándose por encima de las nubes. Un ruido, como el de mil árboles rompiéndose al mismo tiempo, inundó la ciudad; era abrumador. Cogió rápido sus cosas y corrió al sótano, ahí lo esperaban su esposa y sus tres hijas, la mayor de 17 años. Estaban tranquilas. Allí abajo poseían víveres y agua para un par de meses, además de un pozo séptico para evacuar sus desechos. Había una escotilla que conducía a un pequeño pasillo que llevaba a una gran sala común donde también afluían los pasillos de los demás sótanos del vecindario.

Stuart las guió con su linterna de neón a través de los túneles, medio a tientas. Llegaron a la sala común y ahí estaban todas las familias con sus respectivas linternas de neón, algunas celestes, otras rosadas o verdes. Se sentaron en unas sillas agrupadas de a cuatro, pero Stuart permaneció de pie.

Vio una luz verde aparecer entre la penumbra; era Philip, su vecino.

-Es la cuarta vez ya en esta semana- dijo.

-Lo sé, esto me agota, creo que a las niñas y a Lucy también-

-Si papá, tenemos sueño- respondieron las niñas. Claro, eran las 3 de la mañana.

-Tranquilas niñas, en unos minutos irán a la cama- respondió.

Philip apartó a Stuart de su familia para que ellas no escucharán.

-Tengo miedo de que me llamen al frente. Tú sabes. A Peter y a Bill ya se los han llevado. Carol y Anne están solas con sus niños, eso me preocupa. Ellas son débiles, frágiles, al igual que mi Jen. Tengo miedo Stuart, mucho miedo. Todo esto de las bombas atómicas, aunque sean sólo hologramas artificiales para este simulacro. Se harán realidad luego, por algo cada vez los pasan con mayor frecuencia- Philip ahora estaba muy nervioso, sus manos temblaban al igual que la linterna, su frente sudaba, se veía enfermo, gracias al resplandor verde de la linterna en su cara.

-Lo sé. Todavía no recibimos noticias de ellos, talvez estén muertos, quien sabe. Nuestras tropas caen rápido, y lo sabes, cada día reclutan a unos cinco mil nuevos soldados, tengan estos o no preparación militar. Sé todo esto porque trabajo para el gobierno. Creo que podría ver si tú estás en las listas de las próximas semanas. Talvez podría posponer tu llamado pero me sería imposible hacerlo definitivo.

-Gracias Stuart, algo me tranquilizan tus palabras. Creo que tomaré mi última dosis de Narcozim. ¿Cuánto más crees que dure el simulacro? Estoy cansado, quiero dormir, mañana tengo que trabajar temprano.

-En una hora máximo. Yo también debo trabajar mañana. Mejor me voy con mi familia. Nos vemos Philip, adiós.

Philip hizo lo mismo y se dirigió a donde estaba su familia. Stuart caminó en medio de la oscuridad hacia la linterna que iluminaba a su familia. De repente tropezó con un bulto y cayó al suelo. Algo le susurró al oído.

-Ten cuidado Stuart, no puedes querer lo que quieres- dijo una voz algo metálica con un tono malévolo. Pensó que estaba alucinando, podrían ser efectos residuales de su última dosis de Narcozim. Pero había sido hace horas, además su tropiezo con el bulto no había sido una alucinación.

Después de pensar esto por un segundo Stuart se puso de pie y se reunió con su familia. Las niñas dormían, estaban agotadas, todos estaban agotados, estos simulacros del holocausto les producían un gran estrés mental, por eso les surtían con abundancia de Narcozim, una mezcla de marihuana y diazepam. Esto los tranquilizaba, los atontaba, los dejaba sin pensar. Bueno, por lo menos sin pensar en la muerte.

Al día siguiente Stuart tomó el habitual camino hacía su oficina en un taxi. Le tomaba una hora recorrer toda la ciudad para llegar al Ministerio de Defensa. Era un hombre poderoso, era un ministro. Tenía ciertos beneficios en época de guerra, como transporte especial o vacantes especiales en un bunker anti bombas propiedad del gobierno. Todas estas cosas le tranquilizaban. Se acordó de Philip y al llegar revisó las listas de reclutamiento forzoso. Philip sería llamado en 3 días. Pidió que lo llamaran en 15. Puesto que eso era el máximo de aquella lista, más tiempo sería sospechoso. El gobierno en estos tiempos era sólo una pantomima, el presidente estaba muerto, pero su círculo lo ocultaba, al igual que Stuart, ese era su secreto máximo. Si se sabía que el presidente había muerto todo el país estaría en peligro. Muchas personas importantes dentro del gobierno habían sido asesinadas por grupos insurreccionistas. A Stuart esto le causaba pavor, había solicitado guardaespaldas especiales para él y su familia, pero todavía no les habían sido proporcionados.

Sintió un bip en su computadora, una imagen tridimensional se alzó encima de su escritorio.

-Señor Mills, se le solicita en al sala de reuniones inmediatamente. La reunión tiene carácter urgente- habló la mini imagen de su secretaria.

Pulsó un botón y la imagen se esfumó.

Al llegar a la sala de reuniones, que era en otro edificio, vio sentados a todo el gabinete junto al vicepresidente, que había sido designado el día anterior.

-Buenos días caballeros- dijo el Ministro del Interior –Como sabrán ustedes la guerra la estamos perdiendo, cada día estamos peor. Ya han caído nuestros puestos de avanzada en la mayoría de los países vecinos. Las bajas superan los doscientos millones en estos dos años. De seguir así habrá que pagar más en indemnizaciones a los familiares, que en reconstruir este país.

-Está en lo cierto- replicó el General en Jefe – Aunque no hemos utilizado aún nuestras armas atómicas, señor. Tenemos un vasto arsenal para poder destruir al mundo entero si así lo quisiésemos-

-Por eso hemos vetado el uso de esas armas general, sólo las usaremos en caso de que seamos víctimas de un ataque nuclear directo- dijo el Ministro del Interior.

-¡Talvez ya sea demasiado tarde para entonces!- refutó el General enfurecido.

-Deberíamos planear un ataque nuclear masivo ahora mismo, la derrota no nos está permitida, después de tantas muertes nuestro pueblo nunca nos permitiría una derrota- dijo Stuart, parándose de su silla – Necesitamos bombardear a toda nación que nos ha atacado, sus ciudades principales sus fuentes de energía, represas, centrales hidroeléctricas, etc. Necesitamos desarmar su maquinaria interna, luego podremos penetrar en sus líneas y conquistar territorio. Es nuestra única salida. Debemos esconder a toda la gente en los bunkers, decirles que la guerra ha comenzado y atacar, así evitaremos que la respuesta al ataque mate a nuestros civiles-

-Parece una solución razonable- respondió el vicepresidente, pensativo –General, ¿en cuánto tiempo los misiles alcanzarían su blanco?-

-Una media hora, y los detectarían sus radares en unos 15 minutos, lo que nos daría tiempo para explotar sus bombas atómicas mientras aún están en el aire-

-Es el plan perfecto, empezaremos a bombardear mañana, pero necesitamos el quórum necesario, levanten la mano los que están a favor-

Todos levantaron su mano dando inicio al tan temido holocausto nuclear. Debían confiar la integridad de la nación a unos misiles para que destruyeran sus bombas en el aire, si fallaban, estaban fritos.

Stuart se dirigió a casa con una sensación de amargura en la garganta, el había contribuido a que se asesinarán millones de personas inocentes, pero todo era por el orgullo de su nación.

Al llegar a su casa reunió a su familia y les dio la noticia, las niñas lloraron y hasta se orinaron del miedo. Stuart les dijo que no podría estar con ellas, que estarían bien, que Philip las cuidaría. Les dijo que llevaran colchones, ropa y frazadas al subterráneo y que se tranquilizaran, que todo estaría bien.

Stuart las llevó al sótano y las dejó ahí. Un auto le esperaba afuera, sería llevado junto a todo el círculo de poder a un bunker militar dentro de las montañas.

Llevaban media hora de camino cuando escuchó unas explosiones, miró hacia atrás y los autos escolta habían sido volados en mil pedazos. El chofer aceleró a fondo tratando de perder a los asesino. De improvisto un camión los chocó de frente matando al chofer al instante. Stuart estaba inconsciente en el asiento de atrás.